EL MOVIMIENTO HACIA
UN DESTINO: La
velocidad de la pérdida de su memoria va a la velocidad del tren; vive con
caras desconocidas noche y día, pero al subirse al tren, el Alzheimer se detiene por unos momentos
agolpándose los recuerdos; yo ya no soy una desconocida. Contempla el paisaje
por la ventana, sonríe como antes lo hacía y apretando mi mano me dice:
recuerdas…yo conducía un tranvía. Cada día cogemos el Cercanías hacia su Aranjuez
querida para ver su sonrisa y la cara pegada a la ventanilla, con un único
destino: sus recuerdos de toda una vida.
By Lucía Morales
No hay comentarios:
Publicar un comentario